“Mamá, nuestro camino en la maternidad debe ser más que solo instinto… tiene que ser espiritual. No intentes vivir esta gran misión sin Dios a tu lado.
Es Él quien nos da fuerzas en los días en que el cansancio parece no tener fin, sabiduría para tomar decisiones y alivio cuando el corazón está oprimido.
Incluso en la rutina diaria, sigues siendo la respuesta de Dios en la vida de tus hijos. Nuestro hogar, por sencillo que sea, se convierte en un altar, donde Él utiliza cada pequeño acto para plantar semillas de eternidad.
Recuerda: cada comida preparada con amor, cada oración susurrada al pie de la cama, cada abrazo apretado… todo eso es una semilla sagrada. No son pequeños gestos; son marcas de amor eterno en el corazón de nuestros hijos.
Que nuestra maternidad sea un lugar de encuentro con Dios y que nuestros hijos vean en nosotros no solo cuidado, sino el reflejo de nuestra fe.
Y cuando el peso de la rutina intente robarte la alegría, recuerda: no estás sola. El Espíritu Santo camina contigo, fortaleciendo tus manos y llenando cada detalle de un propósito mayor.
La maternidad es tu altar, y Dios transforma tu entrega diaria en eternidad. “

Ana Gabriela Márquez, autora del devocional “Un respiro para el alma”.